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Lo que el Rey podía saber de los negocios de Urdangarin

lunes, 6 de febrero de 2012

Foto: Casa Real
Parece cierto que el Rey 'ordenó' a Urdangarin que dejase sus negocios privados, al menos son muchas las referencias y la Casa Real no las ha desmentido. Pero, ¿qué podía saber realmente el Rey sobre los negocios privados de su yerno?

Cuando el Rey envió a un asesor a escudriñar el Instituto Nóos no pudo ver en absoluto ni un porcentaje ínfimo de lo que ahora corre por los medios y consta en el sumario de un caso que sigue instruyéndose y, por lo tanto, no podemos tomar como Biblia como alguien hace.

La única conclusión que a lo sumo pudo llegar el asesor es que el Instituto Nóos tenía forma jurídica de asociación sin ánimo de lucro, y en realidad había un lucro evidente a través de las empresas del grupo que le facturaban. Caso contrario le hubiera llevado semanas o meses llegar a conclusiones más allá de esta.

Pero lo cierto es que el Rey simplemente no quería que un miembro de la familia real tuviera iniciativa y quisiera ser algo más que miembro de la misma. Iñaki igual no es el yerno perfecto, como rezaba el documental de laSexta, pero ciertamente a ojos de mucha gente como yo mismo es un ejemplo prototipo de emprendimiento e iniciativa que debería ser ejemplo para todo el país, en vez de tener que terminar escondiéndose trabajando cómodamente para una empresa tercera, como hizo Marichalar desde el principio en Loewe, y ahora ha tenido que terminar haciendo Urdangarin en su exilio.

Resulta pues absolutamente censurable que el Rey le pidiera abandonar sus negocios privados, cuando máxime es un ejemplo de lo que necesita el país. Otra cosa muy distinta es el globo mediático que se ha inflado alrededor del caso y que será un juez, y no la opinión pública, quien tenga que decidir si había o no irregularidades penales, y especifico PENALES porque muchas de las acusaciones de la opinión mediática y pública no tienen nada que ver con la vía penal, en todo caso con la administrativa, o civil (que es la que regula los presuntos incumplimientos en los preceptos de las asociaciones), o peor, simplemente en la ética subjetiva.

El Rey pues no podía saber nada de los negocios más allá de que presuntamente se incumplía un precepto por la vía administrativa: tener ánimo de lucro, algo de lo que el Instituto Nóos por cierto nunca hizo bandera. Las decisiones del Rey pues fueron totalmente arbitrarias y centradas exclusivamente en lo que a él le interesaba, y no pueden pues ser interpretadas como indicio de culpabilidad de Urdangarin en absoluto, a diferencia de lo que ya han hecho ciertos medios.